Accidente Matías Rico
El lunes 15 de abril, al ver detenidamente las imágenes del accidente de Matías Rico, pude comprobar lo que suponía: las condiciones de seguridad del auto y del piloto son similares a las que se utilizan en cualquier pista de alquiler de karting de nuestro pais, es decir, nada; la gran diferencia es que estos autos superan los 200km/h. Matías no llevaba el cuello de seguridad, indispensable para evitar cualquier lesión en el cuello ante un accidente; la butaca del auto era igual a la de un karting, un pedazo de fibra de vidrio con forma de asiento. Esto de ninguna manera es responsabilidad del piloto; sí de las autoridades (CDA del ACA). No discuto que el accidente fue gravísimo y no puedo asegurar que con mayores medidas de seguridad Matías se hubiera salvado; pero las condiciones en las que esa Fórmula llamada "Renault" y que no cuenta con el apoyo económico suficiente de esa marca, me hace pensar que esos chicos están corriendo sobre bombas de tiempo. De los comentarios que escuché, rescato el de Norberto Fontana quien no dudó en mencionar que la seguridad de los autos no está a la altura de lo que debiera ser una Fórmula, que es el primer escalón del automovilismo. La mayoría de los periodistas y dirigentes tratan de minimizar el tema y decir que fue una tragedia de las que, afortunadamente, hay pocas en el automovilismo. Yo más bien diría, que solo es cuestión de "suerte". Si se corre o no la carrera del TC 2000, si se transimite o no la carrera, poco importa para mi y siempre habrá distintas opiniones; creo que el enfoque debe ser hacia la seguridad de los pilotos. Hay quien dice que los pilotos si tuvieran que elegir la forma de morir, preferiría hacerlo en una pista. Yo como piloto, prefiero morir de viejo.
Mi solidaridad para la Familia Rico
Edgardo Daniel Maranghello
Abril 2002
 
Repercusiones de mi comentario en La Voz del Interior
Gracias Hector Acosta
LA VOZ DEL INTERIOR
Deportes
Morir con pasión, vivir sin dignidad




Por Héctor Acosta, Periodista

Especial


El domingo pasado volvió a desatarse una tragedia en una programación nacional televisada. Desde la muerte de Osvaldo Morresi, en marzo de 1993, no se vivía una situación similar.

Ocurrió en Río Cuarto, en el inicio de la segunda vuelta de la Fórmula Renault, y fueron protagonistas dos jóvenes pilotos, uno, Matías Rico, 19 años y escasa experiencia, y Matías Milla, de 17 y debutante.

Corriendo en el medio del pelotón, Rico habría sido tocado desde atrás por otro piloto (asegura que no lo hizo), que tras provocarle un medio trompo lo impulsó a la banquina externa. Sobre el pasto húmedo, el auto descontrolado volvió a la pista, la cruzó íntegramente y ya en la banquina interna fue impactado lateralmente por el coche de Milla que, por otras causas, transitaba sin gobierno. Se presume que la colisión fue a 170 kilómetros por hora, a la altura de la butaca, en medio de las ruedas derechas. Al detenerse los vehículos, pudo verse a Rico exánime y a Milla dolorido por la fractura de un pie.

El auxilio médico fue inmediato. Para el doctor Balinotti (ex médico de distintas categorías) la asistencia la realizó en soledad el doctor Pedro Bressi (su sucesor en dichos menesteres). Siendo ambos traumatólogos, Balinotti considera que es necesario estar acompañado por un terapista intensivo. Aunque, tal vez, en este caso no hubiese sido de utilidad, ya que para varios testigos el piloto falleció en el acto. La información oficial dijo que Rico murió en la clínica a la que fue trasladado.

Edgardo Maranghello, piloto de Top Race y TC Pista, opinó: “La seguridad de estos autos y sus pilotos son similares a los de una pista de kartings de alquiler. Matías no llevaba el cuello de seguridad y la butaca era un pedazo de fibra de vidrio con forma de asiento. No es responsabilidad del piloto. Sí de las autoridades”. Para Norberto Fontana, los efectos hubiesen disminuido si los chasis fueran de fibra de carbono, como en el Primer Mundo.

Luego de la tragedia, las dos categorías de monoplazas suspendieron su actividad por duelo. El TC 2000 decidió hacer su carrera. Hubo algunas pocas voces disidentes: Ortelli, Bugliotti, Traverso, quienes, pese a todo, largaron. La televisación se hizo (abrió con una animada charla entre pilotos, sin mencionar en ese momento el accidente y su desenlace fatal), las transmisiones radiales continuaron –con la honrosa excepción del equipo “Campeones” que interrumpió su labor–, y todos se retiraron compungidos pero con el negocio intacto.